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2.16 ¿Estaba Jesús en contra de las mujeres?

Jesús, los apóstoles y el Papa

Las mujeres desempeñaron un papel importante en la vida terrenal de Jesús. Él nació de la Virgen María y después de su resurrección apareció primero a sus discípulas. Al acercarse respetuosa y abiertamente a las mujeres, él desatendió parcialmente las normas sociales vigentes en el momento en que estaba en la tierra.

El hombre y la mujer tienen el mismo valor para Jesús y para la Iglesia. Al mismo tiempo, está claro que no son lo mismo; cada sexo ha recibido tareas diferentes de parte de Dios. Es hermoso ver cómo el hombre y la mujer se complementan uno a otro. De igual manera, es importante subrayar el principio de que son siempre iguales.

 

Jesús trató a las mujeres con apertura y respeto. Mujeres y hombres: mismo valor, pero no iguales. Todos recibimos de Jesús nuestra misión.
La sabiduría de la Iglesia

¿Qué corresponde a la persona humana frente a la propia identidad sexual?

Dios ha creado al hombre como varón y mujer, con igual dignidad personal, y ha inscrito en él la vocación del amor y de la comunión. Corresponde a cada uno aceptar la propia identidad sexual, reconociendo la importancia de esta para toda la persona, su especificidad y complementariedad. [CCIC 487]

¿Existe una primacía de un sexo sobre el otro?

No. Dios ha concedido a hombres y mujeres la misma dignidad como personas.

 

Los hombres y las mujeres son personas creadas a imagen de Dios e hijos de Dios redimidos por Jesucristo. Es muy poco cristiano como poco humano el discriminar o postergar a alguien por ser varón o mujer. La igualdad en dignidad y en derechos no significa sin embargo uniformidad. Un falso igualitarismo, que ignore la peculiaridad propia del varón y de la mujer, es contrario a la idea creadora de Dios. [Youcat 401]

Esto es lo que dicen los Papas

El Evangelio contiene un mensaje siempre relevante que se remonta a la actitud de Jesucristo mismo. Trascendiendo las normas establecidas de su propia cultura, Jesús trató a las mujeres con franqueza, respeto, aceptación y ternura. De esta manera honró la dignidad que las mujeres siempre han poseído de acuerdo con el plan de Dios y en su amor. [Papa Juan Pablo II, Carta a las mujeres, 29 de junio de 1995, n. 3]