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3.2 ¿Es lo mismo rezar que hablar a Dios?

La oración personal

Orar no es hablar con Dios, sino construir una relación con él. Como en cualquier religión, la comunicación y el amor juegan un papel importante. Esto va más allá de decirle a Dios lo que quieres para ti o para los demás. En algún lugar, muy dentro de nosotros mismos, cada ser humano anhela el amor de Dios y quiere conocerlo mejor.

Dios fervientemente espera que quieras amarlo, tal como él te ama. Por lo tanto, la oración no es sólo pedir cosas a Dios y hablar con él, sino también (y especialmente) escucharlo. Es en el silencio, la calma y la tranquilidad de la oración que puedes escucharlo atentamente.

 

Rezar no es hablar a Dios, sino con él. Así puedes mejorar tu relación con Dios, que te ama y espera que lo ames.
La sabiduría de la Iglesia

¿Cuáles son las diversas formas de la oración de petición?

La oración de petición puede adoptar diversas formas: petición de perdón o también súplica humilde y confiada por todas nuestras necesidades espirituales y materiales; pero la primera realidad que debemos desear es la llegada del Reino de Dios. [CCIC 553]

¿Por qué debemos pedir a Dios?

Dios, que nos conoce completamente, sabe lo que necesitamos. Sin embargo, quiere que “pidamos”: que en las necesidades de nuestra vida nos dirijamos a él, le gritemos, le supliquemos, nos quejemos, le llamemos, que incluso “luchemos en la oración” con él.

 

Ciertamente Dios no necesita nuestras peticiones para ayudarnos. La razón por la que debemos pedir es por nuestro propio interés. Quien no pide y no quiere pedir, se encierra en sí mismo. Sólo el hombre que pide se abre y se dirige al origen de todo bien. Quien pide retorna a la casa de Dios. De este modo la oración de petición coloca al hombre en la relación correcta con Dios, que respeta nuestra libertad. [Youcat 486]

Esto es lo que dicen los Papas

Cristo está de pie a la puerta de tu corazón (ver Ap 3,20) …  Pero para poder abrir la puerta y que Él pueda iluminarte (ver Ef 5,14), primero debes escucharlo que te llama. Esto significa que todos los días debes huir de la agitación del ruido y la confusión y, durante unos minutos, estar en silencio y tranquilo... Incluso más que hablar, la oración es escuchar. El Padre nos dice: "Este es mi Hijo amado, escúchenlo" (Mc 9,7). Por medio de la oración ustedes serán iluminados, restaurados y fortalecidos para la jornada de la vida. [Papa Juan Pablo II, A la juventud en Uganda, 6 de febrero de 1993]