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3.43 ¿Cuál es la sustancia cristiana del matrimonio?

Los sacramentos

Dios es el origen de todo amor humano, incluyendo el amor entre un hombre y una mujer que quieren casarse. Un matrimonio entre un hombre y una mujer bautizados es precioso porque Jesús tiene un lugar especial en su relación. Es Jesús quien eleva el matrimonio a la categoría de sacramento.

El matrimonio tiene tres elementos esenciales:

  1) Los cónyuges forman una unidad juntos
  2) El matrimonio es para toda la vida y no puede ser disuelto (Mc 10: 9)Mc. 10: 9: Por tanto, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre.
  3) Los hijos pueden nacer del matrimonio, de acuerdo con el mandato de Dios de ser fecundos (Gen 1:28)Gen 1:28: Dios los bendijo y les dijo: "Sean fecundos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla. Gobiernen sobre los peces del mar, las aves del cielo y sobre todo animal que se mueva sobre la tierra".

 

Por su propia naturaleza, el matrimonio cristiano es uno, indisoluble y abierto a los hijos. Es, por Cristo, un sacramento entre bautizados.
La sabiduría de la Iglesia

¿Con qué fines ha instituido Dios el Matrimonio?

La alianza matrimonial del hombre y de la mujer, fundada y estructurada con leyes propias dadas por el Creador, está ordenada por su propia naturaleza a la comunión y al bien de los cónyuges, y a la procreación y educación de los hijos. Jesús enseña que, según el designio original divino, la unión matrimonial es indisoluble: “Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” (Mc 10, 9). [CCIC 338]

¿Qué enseña el Antiguo Testamento sobre el Matrimonio?

Dios ayuda a su pueblo a madurar progresivamente en la conciencia de la unidad e indisolubilidad del Matrimonio, sobre todo mediante la pedagogía de la Ley y los Profetas. La alianza nupcial entre Dios e Israel prepara y prefigura la Alianza nueva realizada por el Hijo de Dios, Jesucristo, con su esposa, la Iglesia. [CCIC 340]

¿Qué novedad aporta Cristo al Matrimonio?

Jesucristo no sólo restablece el orden original del Matrimonio querido por Dios, sino que otorga la gracia para vivirlo en su nueva dignidad de sacramento, que es el signo del amor de esposos hacia la Iglesia: “Maridos, amen a sus mujeres como Cristo ama a la Iglesia” (Ef 5, 25) [CCIC 341]

¿Qué se exige cuando uno de los esposos no es católico?

Para ser lícitos, los matrimonios mixtos (entre católico y bautizado no católico) necesitan la licencia de la autoridad eclesiástica. Los matrimonios con disparidad de culto (entre un católico y un no bautizado), para ser válidos necesitan una dispensa. En todo caso, es esencial que los cónyuges no excluyan la aceptación de los fines y las propiedades esenciales del Matrimonio, y que el cónyuge católico confirme el compromiso, conocido también por el otro cónyuge, de conservar la fe y asegurar el Bautismo y la educación católica de los hijos. [CCIC 345]

¿Por qué ha hecho Dios al hombre y a la mujer el uno para el otro?

Dios ha hecho al hombre y a la mujer el uno para el otro para que “ya no sean dos, sino una sola carne” (Mt 19,6): de esta forma deben vivir el amor, ser fecundos y así convertirse en signo del mismo Dios, que no es otra cosa que amor desbordante. [Youcat 260]

¿Qué se requiere necesariamente para poder casarse por la Iglesia?

Para que haya matrimonio sacramental se requieren necesariamente tres elementos: a) el consentimiento expresado en libertad, b) la aceptación de una unión exclusiva y para toda la vida y c) la apertura a los hijos. Pero lo más profundo en un matrimonio cristiano es la conciencia de la pareja de ser una imagen viva del amor entre Cristo y su Iglesia.

 

La exigencia de la unidad y la indisolubilidad se dirige en primer lugar contra la poligamia, en la que el cristianismo ve una clara vulneración del amor y de los derechos humanos; también se dirige contra lo que se podría denominar “poligamia sucesiva”: una sucesión de relaciones amorosas no vinculantes, que no alcanzan un único y gran “sí” que ya no se puede echar atrás. La exigencia de la fidelidad conyugal contiene la disposición a un compromiso para toda la vida, que excluye relaciones amorosas al margen del matrimonio. La exigencia de la apertura a la fecundidad quiere decir que un matrimonio cristiano está abierto a los hijos que Dios les quiera conceder. Las parejas que no pueden tener hijos están llamadas a ser “fecundas” de otra manera. Un matrimonio en cuya celebración se excluya cualquiera de estos elementos no es válido. [Youcat 262]

¿Por qué es indisoluble el matrimonio?

El matrimonio es indisoluble por tres razones. Por un lado porque corresponde a la esencia del amor el entregarse mutuamente sin reservas; luego porque es una imagen de la fidelidad incondicional de Dios a su creación; y es también indisoluble, finalmente, porque representa la entrega de Cristo a su Iglesia, que llegó hasta la muerte en Cruz.

 

En un tiempo en el que en muchos sitios se rompen 50% de los matrimonios, cada uno que perdura es un gran signo, en definitiva, un signo de Dios. En esta tierra en la que tantas cosas son relativas, las personas deben creer en Dios, el único absoluto. Por eso todo lo que no es relativo es tan importante: alguien que dice absolutamente la verdad o es absolutamente fiel. La fidelidad absoluta en el matrimonio no es tanto un testimonio del logro humano como de la fidelidad de Dios, que siempre está presente, aun cuando a todas luces le traicionamos y le olvidamos. Casarse por la Iglesia quiere decir confiar más en la ayuda de Dios que en la propia provisión de amor. [Youcat 263]

¿Todas las personas están llamadas al matrimonio?

No todo el mundo está llamado al matrimonio. A algunas personas Jesús les muestra un camino particular; les invita a vivir renunciando al matrimonio “por el reino de los cielos” (Mt 19,12). También las personas que viven solas por otros motivos distintos pueden tener una vida plena.

 

No pocas veces Jesús llama a algunas personas también a una cercanía especial con él. Éste es el caso cuando experimentan en su interior el deseo de renunciar al matrimonio "por el reino de los cielos". Esta vocación no supone nunca un desprecio del matrimonio o de la sexualidad. El celibato voluntario sólo puede ser vivido en el amor y por amor, como un signo poderoso de que Dios es más importante que cualquier otra cosa. El célibe renuncia a la relación sexual, pero no al amor; sale anhelante al encuentro de Cristo, el esposo que viene (Mt 25,6). Muchas personas que viven solas por otros distintos motivos sufren por su soledad, la experimentan únicamente como carencia y desventaja. Pero una persona que no tiene que preocuparse de una pareja o de una familia, disfruta también de libertad e independencia y tiene tiempo de hacer cosas importantes y llenas de sentido para las que no tendría tiempo una persona casada. Quizás sea voluntad de Dios que se ocupe de personas por las que nadie más se preocupa. [Youcat 265]

¿Cómo se celebra la boda por la Iglesia?

Una boda debe celebrarse ordinariamente de modo público. Los contrayentes son preguntados por su deseo de contraer matrimonio. El presbítero o el diácono bendicen los anillos. Los contrayentes intercambian los anillos y se prometen mutuamente “fidelidad en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe”, diciéndose el uno al otro de modo solemne: “Yo prometo amarte, respetarte y honrarte todos los días de mi vida”. El celebrante confirma el enlace y otorga la bendición.

 

De la forma siguiente la Iglesia pregunta, en el rito del matrimonio, primero al esposo y luego a la esposa, o a ambos. Celebrante: N. y N., ¿vienen a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente? Esposo/Esposa: Sí, venimos libremente. Celebrante: ¿Están decididos a amarse y respetarse mutuamente, siguiendo el modo de vida propio del Matrimonio, durante toda la vida? Esposa/Esposa: Sí, estamos decididos. Celebrante: ¿Están dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia? Esposa/Esposa: Sí, estamos dispuestos. [Youcat 266]

¿Pueden separarse cónyuges que están peleados?

La Iglesia tiene un gran respeto ante la capacidad que tiene una persona para mantener una promesa y para comprometerse en fidelidad para toda la vida. Ella le toma la palabra. Cualquier matrimonio puede correr peligro a causa de alguna crisis. El diálogo, la oración (en común), a veces también la ayuda especializada, pueden ayudar a salir de la crisis. Y en especial, el recuerdo de que en todo matrimonio sacramental hay un tercero en la unión, Cristo, puede encender de nuevo la esperanza. Pero a quien su matrimonio se ha vuelto insoportable, o a quien está expuesto a violencia psíquica o física, le está permitido separarse. Esto se denomina una “separación de mesa y cama”, que debe ser comunicada a la Iglesia. Aunque en estos casos se ha roto la convivencia, el matrimonio sigue siendo válido.

 

Ciertamente también hay casos en los que la crisis de un matrimonio se debe atribuir en último término a que uno de los cónyuges o ambos no eran capaces de contraer matrimonio en el momento del enlace o no aportaban una voluntad plena de contraerlo. Entonces el matrimonio es inválido en el sentido jurídico. En estos casos se puede instruir un proceso de nulidad ante los tribunales eclesiásticos. [Youcat 269]

Esto es lo que dicen los Padres de la Iglesia

In matrimony, let these nuptial blessings be the objects of our love - offspring, fidelity, the sacramental bond. Offspring, not that it be born only, but born again... Fidelity, not such as even unbelievers observe one towards the other, in their ardent love of the flesh... The sacramental bond, again, which is lost neither by divorce nor by adultery, should be guarded by husband and wife with concord and chastity. [St. Augustine, On marriage and concupiscence, Bk. 1, Chap. 11 (ML 44, 424)]