DeoQuest and TweetingwithGOD

 

All Questions
prev
Anterior:3.36 ¿Cuál es el efecto del bautismo?
next
Siguiente:3.38 ¿Por qué confesar con un sacerdote, en vez de hacerlo directamente con Dios?

3.37 En la confirmación, ¿desciende el Espíritu Santo sobre nosotros por segunda vez?

Los sacramentos

En el momento del Bautismo, una persona 'nace' como cristiana. Esta persona inmediatamente recibe el Espíritu Santo. Antes de la Confirmación, quienes fueron bautizados siendo niños pueden renovar las promesas que sus padres hicieron en su nombre en el Bautismo.

Una persona que es bautizada en la edad adulta generalmente se confirma inmediatamente después del Bautismo. El Sacramento de la Confirmación confirma y ratifica la presencia del Espíritu Santo.

La confirmación confirma el Espíritu Santo recibido en el bautismo. Más vinculado a la Iglesia, das testimonio de Dios de palabra y de obra.
La sabiduría de la Iglesia

¿Por qué se llama Confirmación o Crisma?

Se llama Confirmación, porque confirma y refuerza la gracia bautismal. Se llama Crisma, puesto que un rito esencial de este sacramento es la unción con el Santo Crisma (en las Iglesias Orientales, unción con el Santo Myron). [CCIC 266]

¿Cuál es el rito esencial de la Confirmación?

El rito esencial de la Confirmación es la unción con el Santo Crisma (aceite de oliva mezclado con perfumes, consagrado por el obispo), que se hace con la imposición de manos por parte del ministro, el cual pronuncia las palabras sacramentales propias del rito. En Occidente, esta unción se hace sobre la frente del bautizado con estas palabras: “Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”. En las Iglesias Orientales de rito bizantino, la unción se hace también en otras partes del cuerpo, con la fórmula: “Sello del don del Espíritu Santo”. [CCIC 266]

¿Qué es la Confirmación?

La Confirmación es el Sacramento que completa el Bautismo y en el que recibimos el don del Espíritu Santo. Quien opta libremente por una vida como hijo de Dios y bajo el signo de la imposición de las manos y la unción con el Crisma pide el Espíritu de Dios, recibe la fuerza de ser testigo del amor y del poder de Dios con sus palabras y obras. Es entonces un miembro pleno y responsable de la Iglesia católica.

 

Cuando un entrenador manda salir al campo a un futbolista, le pone la mano en el hombro y le da sus últimas instrucciones. Así se puede entender también la Confirmación. Entramos en el campo de la vida. Se nos imponen las manos. Por el Espíritu Santo sabemos lo que debemos hacer. Nos ha motivado profundamente. Su envío resuena en nuestros oídos. Sentimos su ayuda. No queremos decepcionar la confianza que ha puesto en nosotros y vamos a ganar el partido para él. Sólo tenemos que querer y escucharle. [Youcat 203]

¿Qué dice la Sagrada Escritura acerca del Sacramento de la Confirmación?

Ya en el Antiguo Testamento el pueblo de Dios esperaba que el Espíritu Santo se derramaría sobre el Mesías. Jesús llevó una vida en un espíritu especial de amor y en total unión con su Padre del cielo. Este Espíritu de Jesús era el “Espíritu Santo” que anhelaba el pueblo de Israel; y era el mismo Espíritu que Jesús prometió a sus discípulos, el mismo Espíritu que descendió sobre los discípulos cincuenta días después de la Pascua, en la fiesta de Pentecostés. Y nuevamente es el mismo Espíritu Santo de Jesús quien desciende sobre aquel que recibe el Sacramento de la Confirmación.

 

Ya en los Hechos de los Apóstoles, libro que se escribió pocos decenios después de la muerte de Jesús, vemos a Pedro y a Juan en “viaje de Confirmación”; ambos imponen las manos a nuevos cristianos, que antes “solo estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús”, para que su corazón se llene del Espíritu Santo. [Youcat 204]

¿Qué sucede en la Confirmación?

En la Confirmación el alma de un cristiano bautizado queda marcada con un sello indeleble que sólo se puede recibir una vez y que marca a esta persona para siempre como cristiano. El don del Espíritu Santo es la fuerza de lo alto en la que esta persona realiza la gracia de su Bautismo a través de su vida y es “testigo” de Cristo.

 

Confirmarse quiere decir hacer un “contrato” con Dios. El confirmando dice: Sí, Dios mío, creo en ti. Dame el Espíritu Santo para pertenecerte totalmente, para no separarme nunca de ti y para dar testimonio de ti toda mi vida en cuerpo y alma, con hechos y palabras, en los días buenos y en los días malos. Y Dios dice: Sí, hijo mío, yo también creo en ti, y te concederé mi Espíritu, me doy yo mismo. Te perteneceré totalmente. No me separaré de ti nunca, ni en esta vida ni en la eterna. Estaré en tu cuerpo y en tu alma, en tus hechos y palabras. Incluso cuando tú me olvides, yo estaré ahí, tanto en los días buenos como en los malos. [Youcat 205]

¿Quién puede ser confirmado y qué se exige a quien solicita la Confirmación?

Todo cristiano católico que ha recibido el Sacramento del Bautismo y que está en “estado de gracia”, puede ser admitido a la Confirmación.

 

Estar en “estado de gracia” quiere decir no haber cometido ningún pecado grave (pecado mortal). Por un pecado mortal el cristiano se separa de Dios y sólo puede ser reconciliado de nuevo con él mediante la Confesión. Un (niño o joven) cristiano que se prepara para recibir la Confirmación se encuentra en una de las fases más importantes de su vida. Por ello hará todo lo posible para comprender la fe con su corazón y con su inteligencia; pedirá el Espíritu Santo a solas y con otros; se reconciliará de varios modos consigo mismo, con las personas de su entorno y con Dios; aquí tiene su sentido la Confesión, que acerca también más a Dios aun cuando no se haya cometido ningún pecado grave. [Youcat 206]

Esto es lo que dicen los Padres de la Iglesia

Este aceite sagrado no es más aceite simple... es el don de la gracia de Cristo, y, por el advenimiento del Espíritu Santo, está hecho para impartir su naturaleza divina. ¿Qué ungüento o aceite se coloca simbólicamente en tu frente y en tus otros sentidos; y mientras tu cuerpo es ungido con el ungüento visible, tu alma es santificada por el Espíritu Santo y vivificante? [San Cirilo de Jerusalén, Catequesis, 21, 3 (MG 33, 1089)]