M.4.44 ¿Pueden los cristianos alistarse en el ejército o declarar guerras?
Es muy cristiano ayudar a conseguir la paz y la seguridad. Esta es una tarea específica de los militares. La violencia que los soldados están obligados a utilizar puede justificarse si hay una amenaza inminente, y si no hay otra solución y la fuerza usada es proporcional al objetivo que se persigue.
El Papa Juan Pablo II dijo en 2003: “la Guerra no siempre puede evitarse, pero es una derrota para la humanidad.”
¿Qué exige el Señor a toda persona para la defensa de la paz?
El Señor que proclama: “Bienaventurados los que construyen la paz”(Mt 5, 9), exige la paz del corazón y denuncia la inmoralidad de la ira, que es el deseo de venganza por el mal recibido, y del odio, que lleva a desear el mal al prójimo. Estos comportamientos, si son voluntarios y consentidos en cosas de gran importancia, son pecados graves contra la caridad. [CCIC 480]
¿Qué se requiere para la paz en el mundo?
Para la paz en el mundo se requiere la justa distribución y la tutela de los bienes de las personas, la libre comunicación entre los seres humanos, el respeto a la dignidad de las personas humanas y de los pueblos, y la constante práctica de la justicia y de la fraternidad. [CCIC 482]
En caso de amenaza de guerra, ¿a quién corresponde determinar si se dan las anteriores condiciones?
Determinar si se dan las condiciones para un uso moral de la fuerza militar compete al prudente juicio de los gobernantes, a quienes corresponde también el derecho de imponer a los ciudadanos la obligación de la defensa nacional, dejando a salvo el derecho personal a la objeción de conciencia y a servir de otra forma a la comunidad humana. [CCIC 484]
¿Qué exige la ley moral en caso de guerra?
La ley moral permanece siempre válida, aún en caso de guerra. Exige que sean tratados con humanidad los no combatientes, los soldados heridos y los prisioneros. Las acciones deliberadamente contrarias al derecho de gentes, como también las disposiciones que las ordenan, son crímenes que la obediencia ciega no basta para excusar. Se deben condenar las destrucciones masivas así como el exterminio de un pueblo o de una minoría étnica, que son pecados gravísimos; y hay obligación moral de oponerse a la voluntad de quienes los ordenan. [CCIC 485]
¿Qué es necesario hacer para evitar la guerra?
Se debe hacer todo lo razonablemente posible para evitar a toda costa la guerra, teniendo en cuenta los males e injusticias que ella misma provoca. En particular, es necesario evitar la acumulación y el comercio de armas no debidamente reglamentadas por los poderes legítimos; las injusticias, sobre todo económicas y sociales; las discriminaciones étnicas o religiosas; la envidia, la desconfianza, el orgullo y el espíritu de venganza. Cuanto se haga por eliminar estos u otros desórdenes ayuda a construir la paz y a evitar la guerra. [CCIC 486]
¿Qué es la paz?
La paz es la consecuencia de la justicia y la señal del amor hecho realidad. Donde hay paz, allí “toda criatura puede alcanzar la tranquilidad en un orden bueno”(santo Tomás de Aquino). La paz terrena es imagen de la paz de Cristo, que ha reconciliado el cielo y la tierra.
La paz es más que la ausencia de guerra, más también que un equilibrio de fuerzas cuidadosamente sopesado (“el equilibrio del miedo”). En estado de paz las personas pueden vivir seguras con su propiedad justamente adquirida y cultivar el libre intercambio entre sí. En la paz se respeta la dignidad y el derecho de autodeterminación tanto del individuo como de los pueblos. En la paz la vida en común del ser humano se caracteriza por la solidaridad fraterna. [Youcat 395]
¿Qué actitud tiene un cristiano ante la ira?
San Pablo dice: “Si ustedes se enojan, no pequen; no dejen que el sol se ponga sobre su ira”(Ef 4,26).
La ira o cólera es en primer lugar una emoción natural, como reacción a una injusticia experimentada. Pero cuando la cólera se convierte en odio y se desea el mal del prójimo, lo que es un sentimiento natural se convierte en una falta grave contra la caridad. Toda ira incontrolada, especialmente el deseo de venganza está dirigida contra la paz y altera “la tranquilidad del orden”. [Youcat 396]
¿Qué piensa Jesús de la no violencia?
La acción no violenta tiene un gran valor para Jesús; él dice a sus discípulos: “No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.”(Mt 5,39).
Jesús rechaza a Pedro, cuando quería defenderle mediante la fuerza: “Vuelve esa espada a su funda”(Jn 18,11). Jesús no llama al uso de las armas. Calla ante Pilatos. Su camino es ponerse en el lado de las víctimas, subir a la cruz, redimir al mundo mediante el amor y llamar bienaventurados a los que buscan la paz. Por eso la Iglesia también respeta a las personas que, por motivos de conciencia, rehúsan el empleo de las armas, pero se ponen de otro modo al servicio de la comunidad. [Youcat 397]
¿Tienen que ser pacifistas los cristianos?
La Iglesia lucha por la paz, pero no sostiene un pacifismo radical. Pues no se puede privar ni al individuo ni a los Estados y comunidades del derecho fundamental a la legítima defensa ni a la defensa mediante las armas. La guerra sólo se justifica moralmente como último recurso.
La Iglesia dice inequívocamente no a la guerra. Los cristianos deben hacer todo lo posible para evitar la guerra ya antes de su inicio: se oponen a la acumulación y al tráfico de armas; luchan contra la discriminación racial, étnica y religiosa; contribuyen a que se acabe la injusticia económica y social, y fortalecen así la paz. [Youcat 398]
¿Cuándo está permitido el empleo de la fuerza militar?
El empleo de la fuerza militar sólo es posible en caso extremo de necesidad. Para una “guerra justa” se requieren las siguientes condiciones:
1. Constancia cierta de la gravedad de la agresión; 2. Que sea la única y última posibilidad de defensa; 3. Condiciones serias de éxito; 4. Proporcionalidad de los medios empleados. [Youcat 399]
[Ustedes, miembros de las fuerzas armadas,] están comprometidos a defender la paz y la vida... El trabajo y el sacrificio de todos ustedes ayudan a garantizar la paz y la seguridad de las personas y las sociedades. Oro para que ustedes mismos siempre estén seguros mientras cumplen con sus deberes profesionales, y que los dones divinos de sabiduría y fortaleza los acompañen en el servicio de sus países y de sus semejantes. [Papa Juan Pablo II, A las Fuerzas Armadas, 19 de noviembre de 2000]