4.32 ¿Qué pasa con la gente que no puede tener hijos?
El deseo de una pareja de empezar una familia es algo muy natural y parte de la maravillosa manera en que Dios nos creó a nosotros los humanos. puede ser muy triste si resulta que una pareja no puede concebir hijos. Es maravilloso cuando esta situación se puede resolver a través de medios médicos. Sin embargo, no todo lo que es posible también es correcto: la fertilización artificial, por ejemplo, conduce a una serie de problemas éticos.
Un niño siempre es un regalo que en última instancia proviene de Dios, no es un “producto” fabricado en un laboratorio. A veces, aceptar la situación es la única solución, aunque esto vaya en contra de los deseos naturales de una pareja. La adopción también es una posibilidad. Y un matrimonio también pude ser verdaderamente fructífero de otras formas, incluso sin hijos.
¿Qué pueden hacer los esposos cuando no tienen hijos?
Cuando el don del hijo no les es concedido, los esposos, después de haber agotado todos los legítimos recursos de la medicina, pueden mostrar su generosidad mediante la tutela o la adopción, o bien realizando servicios significativos en beneficio del prójimo. Así ejercen una preciosa fecundidad espiritual. [CCIC 501]
¿Qué puede hacer un matrimonio que no tiene hijos?
Los matrimonios que sufren a causa de la esterilidad pueden acoger toda ayuda médica que no entre en contradicción con la dignidad de la persona, los derechos del niño que se desea concebir y la santidad del sacramento del Matrimonio.
No hay ningún derecho absoluto a tener un hijo. Todo hijo es un don de Dios. Los matrimonios que se ven privados de este don, tras haber agotado los recursos legítimos de la medicina, pueden adoptar o acoger a niños, o comprometerse de otro modo en la sociedad, ocupándose, por ejemplo, de niños abandonados. [Youcat 422]
La Iglesia presta mucha atención al sufrimiento de las parejas con infertilidad, se preocupa por ellas y, precisamente por eso, alienta la investigación médica. Sin embargo, la ciencia no siempre es capaz de responder a los deseos de numerosas parejas. Por eso quiero recordar a los esposos que viven la condición de infertilidad, que su vocación matrimonial no se frustra por esta causa. Los esposos, por su misma vocación bautismal y matrimonial, siempre están llamados a colaborar con Dios en la creación de una humanidad nueva. En efecto, la vocación al amor es vocación a la entrega de sí, y ésta es una posibilidad que ninguna condición orgánica puede impedir. Por consiguiente, donde la ciencia no encuentra una respuesta, la respuesta que ilumina viene de Cristo. [Papa Benedicto XVI, A la Pontificia Academia para la Vida, 25 Feb. 2012]