Al llegar a casa después del despliegue puedes sentir que has cambiado, y no pareces “encajar” en los lugares a los que llamabas antes tu casa. La gente no entiende lo que has tenido que pasar. Además, tu familia puede necesitar tiempo para adaptarse a la nueva situación. Tendrás que encontrar un nuevo equilibrio en u vida familiar y otros aspectos de tu vida. Esto es normal, y puedes pedir a Dios en tu oración para que te dé la inspiración y la fuerza para reajustarte.

Pero tal vez vuelvas a casa con alguna herida más fundamental. Las lesiones del cuerpo pueden verse, pero el daño de tu mente y alma pueden permanecer ocultos durante mucho tiempo. Ten cuidado si después de tu regreso notas sentimientos de depresión, ira, o violencia. También puedes notar cambios en tu comportamiento, como el consumo excesivo de alcohol. Puede que tu mente vuelva atrás en el tiempo y se haga otra vez las mismas preguntas: ¿Para qué? ¿Valió la pena? ¿Qué ha cambiado?

Si no puedes encontrar rápidamente un nuevo equilibrio en tu vida diaria, no dudes en pedir ayuda profesional. ¡Hay momentos en los que todo el mundo necesita un poco de apoyo, y este es el momento adecuado para ti! Si no sabes a quién recurrir, tu capellán puede ayudarte.

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AMI / TwGOD
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